Por: Guayllabamba Waterkeeper
Por Patricio Cámaras, Guayllabamba Waterkeeper
Los arroyos del río Guayllabamba en Ecuador constituyen sus “venas” a través de las cuales pequeños arroyos permanentes o temporales alimentan un cuerpo principal de agua.
Uno de los elementos por excelencia de las cuencas hidrográficas de la Sierra son las quebradas y su entorno (“roto" en español); esta palabra significa “paso angosto entre montañas” y está etimológicamente relacionada con “morir(latín) que se refiere a hacer un ruido fuerte, reventar, crujir.
Para los habitantes ancestrales de Quito, Ecuador, fueron lugares importantes donde se generaron mitos, costumbres y tradiciones, ya que eran espacios con una enorme diversidad de flora y fauna. Para la gente, eran lugares de aventura y esparcimiento.
Lamentablemente, con el tiempo, los arroyos perdieron su calidad ecológica y muchos de ellos se convirtieron en focos de contaminación ambiental, generando además problemas de salud pública.
Según un estudio de 2013 de la Universidad de California, Berkeley, “las autoridades municipales de Quito consideraban los arroyos un obstáculo para el desarrollo urbano. Así, la política pública promovió el relleno de quebradas para construir calles y parques. Muchas quebradas se llenaron de basura y escombros, y su flujo estuvo dominado por aguas residuales domésticas e industriales durante la estación seca. La contaminación del aire, suelo y agua reforzó la necesidad de llenarlos. Los arroyos de Quito fueron desapareciendo y con ellos, las oportunidades de los ciudadanos de conservar y disfrutar su entorno natural”.
Por ello, y desde hace varios años, el Guayllabamba Waterkeeper Asociación emprendió un “Programa de Restauración de Quebradas” en la cuenca alta del río Guayllabamba.
Este programa tiene como objetivo restaurar el hábitat ideal para la gran cantidad de especies de flora y fauna en estos espacios, rodeados de árboles y arbustos que albergan múltiples expresiones de vida. La mayoría de los cuales pasan desapercibidos para los transeúntes absortos en sus pensamientos personales, ajenos al mundo lleno de aves, mamíferos e insectos que los rodean.
Se trata de verdaderos ecosistemas por los que discurren, en muchos casos, pequeños arroyos. O en otros, los arroyos simplemente se mantienen como canales de agua en las épocas de lluvia, en las que aparecen hasta pequeños peces.
Con la debida atención, estos espacios se convierten en grandes lugares de recreación, ya que tanto su extensión como su amplitud permiten que las personas los aprovechen, quizás acampando a su alrededor y en ciertos casos, bañándose en sus aguas y cascadas.
Al recorrer sus senderos nos encontramos con un magnífico entorno natural que nos lleva a descubrir lo señalado por el filósofo Jorge A. Livraga, quien afirma que el ser humano no es dueño ni esclavo de la naturaleza sino parte de ella.
Si por el contrario, cuando los arroyos y sus valles sean abandonados, se abrirá el camino para que los asaltantes encuentren el mejor refugio para sus guaridas en la espesa vegetación.
Para evitar tales consecuencias, así como el deterioro del hábitat, nuestro programa trabaja en dos aspectos fundamentales:
El primero es la restauración ecológica, que busca devolver el ecosistema impactado a su estado original, restaurando a su vez la capacidad de autosostenimiento de estas áreas.
El segundo es trabajar con las comunidades ribereñas en los planes de protección de estas áreas, a través de la capacitación y participación en acciones como la reforestación con plantas nativas de la zona, empoderando así a quienes viven en las zonas aledañas a los arroyos.
El mecanismo más exitoso utilizado por nuestra organización es el trabajo cooperativo comunitario denominado “minga”, lo que nos ha permitido cumplir importantes objetivos a través de la integración de voluntarios de organizaciones solidarias, vecinos de localidades vecinas, estudiantes universitarios, colectivos ciudadanos, etc.
A esto se suma la colaboración de técnicos y organismos de los gobiernos locales como la Municipalidad del Distrito Metropolitano de Quito, Gobiernos Autónomos Descentralizados y empresas privadas conscientes de su responsabilidad social.
Lamentablemente, debido a la presencia del COVID-19 a nivel mundial, recién a fines de noviembre del año pasado fue posible retomar nuestras actividades de campo y junto con otras organizaciones ciudadanas realizar una minga para limpiar el río San Pedro. , afluente del Guayllabamba, en el sector del Parque Los Algarrobos (Cumbayá).
De todas formas, seguimos atentos a la evolución de la pandemia para retomar lo antes posible esta maravillosa tarea: dar vida a las quebradas de la cuenca alta del Guayllabamba.
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